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La historia de “Murciélagos” Made with ♥ entre NYC & Villaverde Bajo

Si conduces por la A1 desde Madrid dirección Burgos, en el KM17 verás a mano izquierda un enorme cartel luminoso azul sobre un edificio con el nombre de una multinacional norteamericana. Yo trabajé allí. En 2006, era el encargado - entre otras cosas - de colocar el gran cartel luminoso azul con el logo de la empresa como sombrero del edificio. Aquel cartel nunca llegó a funcionar bien. Aún recuerdo al director general gritar en el pasillo “¿pero por qué nunca funciona el nuevo cartel? ”. Me tenía loco el maldito cartel. Porque el director había llegado antes de amanecer y no daba luz, porque venía un proveedor y no se distinguía, porque era demasiado azul, porque no era suficientemente grande… En fin, entonces tenía 24 años, mi vida era más simple y asuntos baladís, triviales me robaban el tiempo. O por lo menos así la veo desde donde me hallo ahora.


Los días sucedían con muchos planes, muchas emociones, muchos proyectos. 2006 tuvo un gran verano. Empezaba a trabajar a las 09:00, fin de la jornada a las 16:00. A las 17:00 llegaba a Villaverde Bajo a casa de Toñin donde me esperaba Iván Mur. Allí, entre humo y Coca Cola grabamos Murciélagos (El Volcán Música) hasta bien entrada la noche. Sobre las 00:00 volvía a mi casa y en el camino comprobaba como mi enorme cartel luminoso azul no acababa de dar toda la luz que debía.


Escribí las 5 canciones que contiene Murciélagos un año antes en Nueva York. Sé que suena cliché, bohemio-chic, pijo, pero es así. En 2005, estuve estudiando música en Nueva York y escribí Murciélagos allí. Más tarde eso me posicionó como el cantautor pijo. En fin, creo que en su momento me molestaba que me dijeran cantautor pijo. Sobre todo por lo de cantautor. Vaya por delante, fui a estudiar música a Nueva York con una beca. Cada hamburguesa que me comí, cada ticket de metro que compré, lo pagué sacándome una beca para la que muchos otros candidatos mucho menos pijos no encontraron la voluntad, la suerte o la constancia. En su momento me inquietaba el término y busqué su significado en el diccionario.


Pijo: “Que viste, se comporta o habla de manera afectada manifestando buena posición social y económica, en especial cuando es joven”. Ahora lo entiendo, yo terminaba un concierto y decía “estuve en NYC estudiando música” y el de enfrente decía “jode que pijo”. Qué irónica es la vida y sí, todo, todos somos una gran mentira.


La beca que me dieron sale publicada cada año en el BOE, la localice, compagine su estudio con mi trabajo en la multinacional del enorme cartel luminoso azul y la aprobé. Con el tiempo y toda mi estupidez acumulada he deducido que realmente el problema de la palabra pijo está en su fonética. Daniela, amor, helado, tobogán, ático, música, avión… son palabras que suenan bien pero pijo suena fatal.


Sobre las canciones


En Nueva York viví en el bajo de un apartamento en Staten Island al otro lado del río, justo enfrente de Manhattan. Vivía con Sandro Alfezzo y Federica Andarelli. Dos italianos muy divertidos, abiertos, listos, liberales y musicales. Fueron unos meses increíbles y Staten Island me parecía Ciudad Esmeralda.


Días Arrojados A La Mar fue la primera canción que escribí. Recuerdo perfectamente el momento, recién llegado a Nueva York sentado en la cama escribiendo la canción. Acababa de ver el documental “A skin too few” sobre Nick Drake y supongo que todas esas afinaciones abiertas me inspiraron. Siempre me he preguntado como haría Nick Drake en directo, él utilizaba muchas afinaciones abiertas y en aquellos años creo que no existían los pedales afinadores.


Un día en la lavandería con Sandro apareció Kayo Nakamura. Casualidades de la vida hacía sólo 3 días Kayo me había cortado el pelo en una peluquería en Chelsea. Aquel día en la lavandería hablé con Kayo y le propuse pasar el domingo en el viejo parque de atracciones de Coney Island. Yo no sabía cómo eran las japonesas y sentía que arrancarme con un plan a la madrileña de cañas al mediodía no tiraría. Así que opté por algo más sobrio: helado, conversaciones absurdas, miradas picantes y batidos de fresa en el viejo parque de atracciones de Coney Island. Ojalá tuviera una fotografía de Kayo para enseñárosla.


Contando Japonesas es una canción que algunos adoran y otros no. Es una de mis favoritas. Es una canción de vanguardia y cosmopolita, para nada una canción sensual, sexual. Coney Island es una pequeña acuarela de aquel día con Kayo en el parque de atracciones.


La Raya Del Amanecer ha sido una de las canciones que más alegrías me ha dado. Incluso me llamaron de SONY MUSIC para que la cantara Ana Torroja pero finalmente este proyecto no llegó a término.


En definitiva estas son canciones que inevitablemente me transportan a Kayo, a Nueva York, al ferry de Staten Island, a la humedad en verano en Manhattan, a Broadway, a Sandro y Federica, a sándwich de bacón con queso. A pura vida.


Y es que Murciélagos me dio muchas alegrías, le gustó a mucha gente y fue gracias a Murciélagos que Juan Luis Giménez (Presuntos Implicados) produjo mi primer disco. Vendí bastantes Murciélagos, copias que yo mismo fabriqué y repartí en mis conciertos. Tal es así que hace unas semanas me escribió Pancho Varona desde Granada y me dijo que porque no reeditaba y sacaba Murciélagos, que era un buen EP. Cuando Pancho me lo comentó volví a escuchar el EP y cayó sobre mí: Nueva York, la escuela en Broadway, Staten Island, Kayo… y pensé que publicarlo podía ser una buena idea. Gracias a El Volcán Música por pensar lo mismo.


Aún guardo recuerdos en el barco de Staten Island con Kayo mirando la luna, la brisa del mar en la cara en pleno verano, Manhattan completamente iluminado, canturreando. No recuerdo haber sido mucho más feliz que eso. Creo que Kayo ahora vive en Kioto, lo sé por Facebook. Puede que esté casada y corte el pelo allí. Quién sabe. Estas canciones reflejan aquella etapa de mi vida, fiel postal de mis días felices y libres en Staten Island en el verano del 2005. Ahora tengo 39 años pero entonces sólo tenía 24. Sólo espero que estas canciones te hagan viajar y te transporten al lugar que aquí intento describir. Staten Island donde fui tan feliz.

Sobre la grabación


La grabación de Murciélagos es una historia de voluntad y de favores. Primero quiero hablaros de Antonio Beltrán (Toñin). Toñin es una de esas personas que en la sombra y sin pedir nada a cambio siempre me ha apoyado en mi carrera, en mi búsqueda. De él salió la idea de que yo trabajará con Iván Mur, fue él quien me presentó a Iván y fue en su casa dónde grabamos Murciélagos aquel verano del 2006.


Un maravilloso árbol de gran copa lleno de ratas voladoras en la entrada de su casa fue la primera razón por la que llamé al proyecto Murciélagos y la segunda razón fue por rendir homenaje a Iván. Una noche en la ventana mientras mirábamos al árbol me dijo que Mur - su apellido - era una de las cosas que más le gustaban de él. Iván encontró el camino musical de estas canciones, pasó tiempo de calidad conmigo, me enseñó mucho y más importante todavía, su voz dorada quedó grabada en las pistas. Fue gracias a mi amigo Manuel Castro Sanjurjo quién confió en mí y financió la maqueta tirándome el dinero por la ventana que pude empezar a grabar. Manuel también grabó bajos y me acompañó en el camino.


Gracias por leerme, espero que te guste escucharme.

Patricio.


Créditos de Murciélagos 2006

Letras y música de Patricio Barandiaran

Producido por Iván Mur

Grabado en casa de Antonio Beltrán en Villaverde Bajo, Madrid

Fotografía de David Muncharaz

Discográfica El Volcán Música

Proyecto financiado por Manuel Castro Sanjurjo

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