Las imperfecciones te llevan a tener miedo. Tratar de resolverlas ayuda a tener valor. Eso decía Vittorio Gassman.
Yo nací en Bilbao, el cuatro de mayo de 1981. Soy tauro y mi signo ascendente es tauro al igual que lo son mi signo lunar y solar. Un maestro Jyotish hindú diría que mi carta astral es atípica y compleja, pero poderosa. Tengo cinco planetas en la casa doce, una casa asociada con retiros prolongados, hospitales, cárceles, monasterios y con los “enemigos ocultos”. En definitiva, la casa doce es la casa de aquellos que en vida colindan más con la muerte.
Cuando llegué a Madrid, en 1999, lo primero que hice fue presentar mis canciones grabadas en casete en una sala de conciertos llamada Libertad 8. En 2007 grabé un LP de cinco canciones llamado Murciélagos, que presenté en numerosos conciertos por diferentes salas de la ciudad. En 2010 se publicó mi primer disco, El beso (MusicQuarium/ Warner Music), que firmé como Patricio B. Desde aquel inicio en Madrid en 1999 y hasta el año 2010 llegué a ofrecer más de 400 conciertos en diferentes ciudades españolas, principalmente en la capital, presentando mis canciones en distintos formatos. En aquellas actuaciones el humor siempre fue un elemento fundamental del show.
El folk-rock y artistas como Conor Orbest, Harry Nilsson o Joni Mitchell fueron entonces, y son todavía hoy, una gran fuente de inspiración para mi. En 2012 autoedité mi segundo disco Jijí Jajá & Trilirí Tralará como Patricio Barandiaran, un disco producido por el músico logroñés Isaac Miguel. Julio Iglesias tuvo una influencia muy fuerte en la vida de aquel segundo disco, también a la hora de diseñar y afrontar los directos. Por aquel entonces pude ver como la canción Una mujer para mí, contenida en aquel último trabajo, emprendía el vuelo para aterrizar en la banda sonora de Por un puñado de besos, la película del director madrileño David Menkes producida por José Frade.
Pero no te voy a engañar, mi carrera artística ha sido pantanosa y difícil. Muchos emprendedores que han catapultado Startups a la luna, aseguran que un negocio debe funcionar en los primeros dieciséis meses de vida. Yo llevo más de una década intentando crear un micro Disney que jamás ha hecho break-even.
Por esta y por otras razones, decido cortar con todo y marcharme a Bélgica con mi pareja a trabajar. Pero justo en esas navidades algo extraño sucedió. Al igual que cuando estás en la playa y presientes que una tormenta va a llegar porque chispea y el aire comienza a ser más frío, empecé a sentir una extraña debilidad para mover el tobillo derecho. Una cosa aparentemente poco importante, al igual que el leve chispeo y el aire frío que de pronto llegan a la playa. Un año después esa debilidad fue subiendo hasta la rodilla, ocho meses más tarde empecé a tener serias dificultades para andar y, finalmente, dejé de poder caminar prácticamente. Me dieron la baja médica y a partir de ese momento comencé a activar la pestaña de “personas con necesidades especiales” a la hora de comprar mis billetes electrónicos de avión. Los aeropuertos de Zaventem, Barajas y Loiu me han visto en todas mis versiones, también rodando en silla de ruedas.
Deambulé por salas de espera de fríos hospitales, consultas de reumatólogos, traumatólogos, neurólogos, osteópatas, fisioterapeutas, astrólogos, psicólogos, hipnotistas y psiquiatras. Durante dos años vagué en pura incertidumbre, viendo desde primera fila cómo me deterioraba, hasta que el 17 de noviembre del 2015, con 34 años, me diagnosticaron un parkinsonismo. Dos meses más tarde mi pareja abandonó nuestra relación y me quedé solo en la casa del bosque en la que vivíamos en Bruselas. ¿Sentiste alguna vez la vida mirándote a los ojos mientras te meten un bisturí hasta el fondo de tu ser?
En esas circunstancias instalé mi estudio portátil, al que llamo Las Ilusiones Perdidas, en la habitación trasera de la casa del bosque y allí comencé a escribir y maquetar Un rayo me atravesó, grabando y tocando yo mismo todos los instrumentos. Muchas de las noches de aquel invierno en que estuve grabando las demos, salía del bosque en coche y me aparcaba horas frente los estudios ICP, templo de la canción francesa. Supongo que como Owen Wilson en Midnight in Paris esperaba que alguno de mis ídolos; Alain Bashung, Gilbert Bécaud, Étienne Daho o Benjamin Biolay, me invitaran a montarme en su carruaje para viajar al fondo de la noche de Bruselas. Una noche de esas, sentado dentro del coche pensé que cualquiera de esos artistas tendría muchas dificultades para pronunciar mi apellido, Barandiaran, y me pareció buena idea reducir mi nombre artístico a Patricio.
Sé que he comenzado diciendo que tengo cinco planetas jodiendo en la casa doce pero, pese a todo, me considero un tipo con mucha suerte. En este momento sobrevuelo el norte de Francia y sé que éste disco verá la luz. “Un rayo me atravesó” ha sido elaborado fundamentalmente por cuatro personas. Cristian Chiloé ha tocado la batería, Iñaki García el piano, Paco Salazar lo ha producido y yo he escrito las canciones. Quiero que sepas que todos ellos han dado lo mejor de sí y que las sesiones de grabación fueron absolutamente mágicas. Si alguna vez te cruzas con alguno de estos artistas en un camerino, un backstage o haciendo la compra en el supermercado has de saber que estás frente a personas tenaces y talentosas, dos cualidades que pocas veces vienen juntas.
Si has llegado hasta aquí y la historia que sostiene mi tercer disco te ha parecido triste, recuerda aquello que decía Solomon Burke: Si es perfecto, no es real.
Te puedo asegurar que “Un rayo me atravesó” está hecho con más amor e intensidad del que puedas imaginar. Cada arreglo, cada coro, cada palabra, cada acorde, todo está hecho con un profundo amor y concentración. No es un disco oscuro pero tampoco luminoso, son canciones atrapadas en un conflicto buscando la luz. Al igual que mis cinco planetas de la casa doce la están siempre buscando.
Gracias por leerme, espero que te guste escucharme.
Patricio.
Me encantaría ser por una noche Alain Bashung, Gilbert Bécaud, Étienne Daho o Benjamin Biolay, para invitarte a montarte en mi carruaje y viajar al fondo de la noche de Bruselas. Me encanta escucharte, y ahora también leerte, nunca lo dejes!!!